ΟΣΙΟΥ ΝΙΚΟΔΗΜΟΥ ΤΟΥ ΑΓΙΟΡΕΙΤΟΥ
ΑΟΡΑΤΟΣ ΠΟΛΕΜΟΣ
La guerra invisible, san Nicodemo el Aghiorita
PRIMERA PARTE
Capítulo A. 42: No debemos desear muchas cosas para liberarnos de las fatigas que sufrimos con paciencia; y cómo debemos gobernar todos nuestros deseos para ser virtuosos.
Capítulo A. 43: Cómo debemos resistir al diablo cuando intenta engañarnos con la indiscreción.
Capítulo A. 44: El aprecio, prestigio de nuestro sí mismo y la incitación o estimulación del diablo, nos hacen juzgar con descaro al prójimo; y cómo debemos resistir en estas cosas.
Capítulo 42
No debemos desear muchas cosas para liberarnos de las fatigas que con paciencia sufrimos; y cómo debemos gobernar todos nuestros deseos para ser virtuosos.
Cuando te encuentras en alguna prueba y la sufres agradablemente, ten bien cuidado que no seas vencido nunca del diablo o por el amor egoísta de ti mismo desees ser liberado de esto.Porque de esto sufrirás dos grandes daños y perjuicios; uno es que, aunque este deseo no te privará en el presente de la virtud de la paciencia, sin embargo poco a poco te traerá en estado de impaciencia; el otro, es que tu paciencia será deficiente, puesto que perderás los salarios y los premios que regala el Dios sólo durante aquel tiempo que tú estás sufriendo. Porque, si no desearas tú la liberación, sino que en todas tus pruebas te dedicaras a la divina bondad, aunque aquella prueba que de hecho sufriste, podría durar una hora o menos, incluso a pesar de esto, el Dios podría considerarla como una terapia que duró gran espacio del tiempo.
Por eso, en todas las cosas debes detener tus deseos lejos de tu voluntad, y simplemente los deseos que los veas y enfrentes claramente sólo con su verdadero propósito que es la voluntad de Dios. Así de esta manera también estos serán justos y correctos, y tú en cada acontecimiento contrario estarás en sosiego, permaneciendo tranquilo y sereno. Porque, como nada puede suceder sin la voluntad de Dios, y tú no quieres nada más que la voluntad de Dios, está claro que llegarás al punto de querer tenerla también en todos tus deseos, en lo que suceda, donde quiera que sea y en cualquier tiempo.
Pero esto que decimos, lo que el Dios quiera, no se entiende para nuestros pecados o de los otros, porque el Dios no los quiere, ni de acuerdo con Su voluntad anterior ni con la posterior, tal y como teologiza san Juan el Damasceno (81), sino que se entiende sobre cada instrucción y castigo que proviene de nuestros pecados o de alguna otra cosa. Esta prueba y sufrimiento, con llamarse cruz, es tan amado de Dios, de manera que algunas veces beneficia y hace bien a nuestros parientes y amigos queridos. Aún con esto se cumple la voluntad posterior, la que es siempre justa y beneficiosa para nosotros, según san Juan Damasceno (ver capítulo 39).
81. Libro sobre la “Fe Ortodoxa” capítulo 45. Según los teólogos hay dos voluntades de Dios: anterior y posterior. Según la voluntad anterior que se llama también condescendencia de Dios y proviene de Dios, según san Damasceno, el Dios desea no sólo los bienes y la sanación y salvación de los hombres, sino también los premios, la retribución de los bienes, tanto los provisionales como los eternos. Sobre la posterior voluntad, que se llama también concesión, y proviene de causa nuestra, el Dios sanciona todos los males, tanto los provisionales como los eternos. Y este infierno eterno, según san Marco de Efeso, conviene y es beneficioso para los infernados, porque es cortar el mal y el cumplimiento de la divina justicia. De hecho, el Dios los verdaderos males, es decir, los pecados, no los quiere ni durante la anterior voluntad, ni durante la posterior, porque estos son nacimientos sólo de la mala predisposición y voluntad de las creaciones lógicas.
Es decir, lo que vuelvo a decir aquí, es que sufras con paciencia toda prueba, penas y sufrimientos, entiéndelo para aquello que permanece en nosotros y es gustado por el Dios, que lo suframos; es decir, una vez hayamos utilizado aquellos medios que son permitidos para liberarnos, (como es la oración, y que no seamos nosotros la causa de caer en la tentación y otras similares); pero también estos medios debemos utilizarlos tal y como quiere y antepone el Dios, que los ha mandado para nuestro servicio; es decir, porque Él quiere que los utilicemos así y no según nuestra voluntad e intención, ni porque deseamos más liberarnos de aquellas pruebas y situaciones molestas, sino que los utilicemos para el servicio y agrado de Dios.
Capítulo 43
Cómo debemos resistir al diablo cuando intenta engañarnos con la indiscreción.
Cuando el malo astuto diablo conoce que caminamos correctamente al camino de la virtud, con deseos vivos puestos correctamente y con orden, de donde no nos puede arrancar con engaños y fraudes claros, entonces se transforma en ángel de luz y con loyismí amistosos y con versículos de las divinas Escrituras y con ejemplos de los santos, nos induce e incita, en tiempo libre y a destiempo, caminar indiscretamente a la altura de la perfección para después hacernos caer al precipicio. Así nos induce a fatigar nuestro cuerpo duramente con ayunos, latigazos, abstenciones, genuflexiones y otras fatigas similares, o para enorgullecernos, creyendo que hemos conseguido grandes cosas o para que nos ocurra alguna enfermedad y no podamos hacer obras buenas, o por el cansancio y la fatiga del ejercicio nos cansemos y nos repugnemos de los ejercicios espirituales; y así poco a poco, una vez nos hayamos enfriado para el bien, caer con más deseo que antes a los placeres y jolgorios mundanos. Y esto ha sucedido a muchos.
Ellos siguiendo el impulso de un celo indiscreto y sobrepasando de la medida de su virtud, con muchas fatigas y tormentos se han perdido en sus invenciones y se convirtieron en juego de los malos astutos demonios. Pero esto no sucedería si pensasen bien aquellas cosas que hemos dicho; y si aún pensasen que estas praxis-acciones fatigosas, aunque son dignas de elogio y fructíferas, a pesar de esto, necesitan la fortaleza del cuerpo y la análoga humildad de la psique similar a la fuerza corporal; pero hace falta también el similar temperamento, la cualidad y el carácter de cada uno.
Pero aquellos que no pueden luchar con esta dureza de vida semejante a los Santos, pueden también con otras maneras imitar la vida de los Santos; es decir, tener deseos grandes, decisivos y eficaces para la virtud, hacer oraciones ardientes y anhelar las coronas más gloriosas de las verdaderas guerras para el Cristo Dios; despreciando todo al mundo, incluso de sí mismos, entregándose al silencio y a la soledad; realmente humildes y apacibles con todos; sufriendo el mal y haciendo el bien a los enemigos y a los desagradecidos; vigilándose de sí mismos de cualquier error, aunque sea pequeño; todas estas cosas son agradables y gustadas a Dios más que las fatigas y los ejercicios duros para el cuerpo.
Por eso, yo te aconsejo que para los ejercicios duros del cuerpo, caminar con discernimiento, para poder aumentarlos poco a poco; porque con los excesos llegarás obligatoriamente al punto de abandonarlos. Pero te aconsejo que no caigas en otro error y exageración de algunos, que se consideran como hombres espirituales. Ellos halagados y engañados por el excesivo amor a sus cuerpos, se cuidan mucho a mantener la salud corporal, y se ven tan celosos y lo desean tanto esto que con el mínimo esfuerzo y la mínima molestia tiemplan y temen a no perderla (y se convierten en hipocondríacos). Por eso no hablan con tantas ganas, ni piensan otra cosa más que el gobierno de sus vidas y cuerpos. Por eso, corren siempre buscando comidas más adecuadas para el apetito, en vez de sus estómagos, el cual muchas veces pierde su fuerza a causa del gran bienestar de comidas.
Y si estos sostienen que esto lo hacen para poder servir mejor a Dios, por supuesto que esto no significa más que se ponen de acuerdo entre sí el espíritu y el cuerpo sin ningún beneficio, de hecho es perjuicio y pérdida, convirtiéndose el cuerpo y el espíritu en dos enemigos principales. Porque con este cuidado, se quita la salud del cuerpo, y del espíritu se pierde la devoción y la piedad. Por eso, lo más seguro y beneficioso tanto para el cuerpo como para la psique es que debe haber algún modo de vida libre, pero con el discernimiento aquel que me he referido antes; con este discernimiento se observan también los distintos estados y situaciones de los hombres y los distintos temperamentos o constituciones de los cuerpos, los cuales no todos se someten en una y misma regla o canon, como dice san Basilio en su Ascética (82). Añado también esto; no sólo para que logremos las virtudes externas, sino también para la adquisición de las virtudes interiores, debemos progresar a medida y gradualmente, poco a poco, como he dicho anteriormente al capítulo 34.
82. Dice el santo que, lo que difiere en potencia el cobre y el hierro de la madera y del pan tostado, tanto difiere y es más fuerte un cuerpo con un temperamento (constitución o complexión) de otro. Por eso, para algunos aquello que está por encima de la medida es maltrato, para los más fuertes es un descanso confortable; así dogmatiza lo siguiente: “La perfecta contención, abstención del estómago es la que se calcula según la fuerza de cada uno” (Orden Ascético, 4).
Capítulo 44
El aprecio, prestigio de nuestro sí mismo y la incitación o estimulación del diablo, nos hacen juzgar con descaro al prójimo; y cómo debemos resistir en estas cosas.
De la raíz de la filaftía (excesivo amor y honor de sí mismo y del cuerpo, egolatría), la que nos hemos referido muchas veces, proviene otra maldad, la que provoca grandes daños y perjuicios; ella es el juicio descarado y la crítica maligna que hacemos contra nuestro prójimo. De esta crítica maligna llegamos al punto de deshonrar, despreciar y humillar a nuestros hermanos. Como este defecto proviene del orgullo o la soberbia, entonces a través del orgullo se cultiva y se alimenta con diligencia este defecto. Porque este orgullo junto con la crítica maligna, aumentan continuamente, sin que lo entiendan, gustándose el uno al otro, y ambos a la vez están equivocándose.
Cuando más aprecio y honor tenemos de nosotros mismos, tanto más nos incitamos a juzgar, condenar y despreciar a los demás, creyendo que nosotros estamos lejos de aquellas imperfecciones y defectos que creemos que ellos tienen. Y el astuto malo diablo que ve en nuestro interior una disposición tan mala, permanece siempre atento en vigilia para estar abriendo nuestros ojos, manteniéndonos despiertos para que veamos, examinemos y engrandezcamos los defectos de los demás. Pero los negligentes no lo creen y no conocen cuánto se ocupa y cuánto coopera este enemigo en imprimir en nuestro nus (espíritu) estos pequeños defectos del uno y del otro.
Por eso, hermano mío, el diablo está despierto, siempre está en alerta para dañarte, pero tú debes permanecer despierto, en alerta para que no caigas en sus trampas. Y apenas se te presente algún error de tu prójimo, vuelve atrás antes de este loyismós pensamiento, porque está escrito: “Que nadie piense la maldad del prójimo” (Zac 8,17). Y si aún sientes que estás movido e incitado a juzgarle, piensa que este poder no se te ha dado a ti; Pero aunque se te hubiera dado, realmente tú no podrías juzgar correctamente, ya que tú estás rodeado de miles loyismí (pensamientos, reflexiones, ideas) y pazos y muy fácil a tener idea mala para los otros, sin causa justa.
El fármaco más efectivo contra esta maldad es que te ocupes siempre con tu loyismós pensamiento, reflexión a investigar tus propias maldades y tus propios pazos, los cuales son tantos y tan ocultos que sólo para conocerlos y sanarlos “psicoterapiarlos”1 no tienes suficiente tiempo con todos los días de tu vida, y no te sobrará tiempo para investigar, examinar y controlar las praxis-acciones de los otros. Sí así de esta manera investigas y juzgas sólo tus propios pazos, sanarás, purificarás y limpiarás los ojos interiores de tu nus de aquellos malos zumos o flujos y de las grandes vigas que se encuentran en tu interior, de las que estás inducido a ver las pequeñas pajas (pinchitos) que los demás tienen en sus ojos, tal y como dijo el Señor: “¿Cómo es que ves la paja en el ojo de tu hermano si no adviertes ni ves la viga en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Deja que saque la paja de tu ojo, teniendo una viga en el tuyo?” (Mt 7,3-4). (Nus=espíritu o energía perceptiva y de atención del corazón de la psique, siendo corazón esencia y nus energía, y psique-alma=naturaleza espiritual)
Debes saber que, tal como examinas con mala disposición algún pazos de tu hermano, alguna raíz del mismo pazos se encuentra también en tu corazón, que de acuerdo con la disposición, el ánimo y el pazos que tienes, así de esta manera con esta malicia, animadversión o resentimiento juzgas también los pazos de los demás, tal y como se ha escrito: “…el hombre malo, del depósito de su corazón saca su maldad y las cosas malas” (Mt 12,35). Porque también de otra manera un ojo limpio y sin pazos, ve las cosas con apacia (impasibilidad y serenidad) y no vilmente con mala astucia. “El hombre bueno, de la bondad de su corazón saca buenas cosas…” (Mt 12,35), y “El ojo está santo, purificado y limpio cuando no mira las cosas malas y sucias” (Hab 1,13). Así que cuando te viene un loyismós para juzgar a los demás por algún defecto, enfádate contra ti mismo como culpable y obrero del mismo error, y di en tu corazón: “¿cómo yo el miserable y desgraciado encontrándome al mismo error levantaré la cabeza para ver y juzgar, criticar los errores de los demás?”. Así las armas que utilizarás para los errores de los otros, utilízalas para ti mismo para “psicoterapiar”1, sanar y curar tus heridas.
Y aún, si el error de algún hermano puede que sea público y manifiesto, tú justifícalo con agapi y con filadelfía (fraternidad) y diga aquel hermano que al estar ocultas las otras virtudes y para que ellas sean protegidas, el Dios permitió que caigas al error; o si hace poco tiempo que tiene este defecto, es para que permanezca más humilde ante sus ojos; y aún con el desprecio de los demás producir algún fruto de humildad y agradar más a Dios, y así su beneficio será mayor que el daño y perjuicio. Y sí por otro lado, el pecado de alguien no sólo es grande sino que proviene del corazón de un hombre obstinado, tozudo, no le juzgues ni condenes; sino corre con tu pensamiento en los terribles juicios de Dios y allí verás también otros hombres que mientras antes estaban en la ilegalidad en un grado grande, ahora haber llegado con la metania (introspección, arrepentimiento y confesión) en grandes medidas de santidad; y por otro lado, otros que antes estaban en superior grado de perfección, ahora haber caído en desastroso precipicio.
Por eso, estate siempre con temor y temblor, más para ti mismo, que por ningún otro. Y estate seguro que todas aquellas buenas palabras que dirás para tu prójimo y la alegría que probarás y disfrutarás por él, es fruto y resultado del Espíritu Santo. Y al contrario, cada desprecio, juicio maligno y maledicencia contra tu prójimo, proviene de nuestra maldad y de la incitación, efecto y estímulo diabólico.
Así que si algún defecto de tu hermano te ha escandalizado, nunca reposes, ni cierres tus ojos hasta que lo expulses de tu corazón con toda tu fuerza y energía.
Añadido término psicoterapia, por el traductor, xX:
1 Ψυχοθεραπεία (psijozerapía) psicoterapia y ψυχοθεραπεύω (psijozerapevo) psicoterapiar, sanar la psique. Ψυχή (psijí) psique, alma y θεραπεία (zerapía), dos palabras que unidas expresan literalmente las dos anteriores, y que en original griego del Nuevos Testamento y en la literatura Patrística Ortodoxa abundan estas dos palabras. Por tanto en realidad la Iglesia Ortodoxa es un centro psicoterapéutico y el único y verdadero Psiquiatra y Psicólogo es el mismo Logos de Dios hecho hombre, Jesús Cristo, como dice la Divina Liturgia, “Cristo el médico de nuestras psiques y cuerpos”. Los hombres y mujeres cristianos que han conseguido la zéosis son los verdaderos instrumentos psicoterapiados del Logos de Dios, quien los utiliza para transmitir Su verdadera psicoterapia al hombre y Su energías increadas la sanadora, la iluminadora y deificadora; la Iglesia Ortodoxa es el banco o el centro que con sus Misterios proporciona el fármaco psicoterapéutico que es la jaris, (gracia, energía increada). Los demás, la ciencia creada de occidente fraudulentamente utilizan el término psicoterapia.
San Nicodemo el Aghiorita
Traducido por: χΧ jJ www.logosortodoxo.com (en español)